domingo, 21 de diciembre de 2008

Los trucos de Zeusis

Estuvimos una vez más en clase tratando el tema de la ilusión, el engaño en la pintura, del interés de los artistas de todos los tiempos por la representación de las formas naturales, y de la calidad de esa representación en tanto que es capaz de evocar la misma respuesta que el original.
Hablando de la identificación o el reconocimiento que experimentamos y que realmente valoramos ("y es el que nos da gusto") en la obra, el profesor recordó una anécdota que Plinio, en su libro Naturalis Historia (siglo I), comenta acerca del pintor griego de finales del siglo V a. C. Zeusis Heracleotes.

La anécdota en cuestión cuenta que al ser llamado Zeusis a Crotona para adornar uno de los templos con un retrato de Helena de Troya, el pintor reunió a las cinco muchachas más bellas de la ciudad y combinó los rasgos más hermosos de cada una de ellas hasta dar con una belleza ideal, insólita y sublime.

De Zeusis se cuenta también que habiendo pintado un cuadro en el que un muchacho llevaba una cesta con uvas en la cabeza, las moscas acudían a picar las uvas de la tabla, lo que fue considerado por los amigos del pintor como sobrada muestra de excelencia en su arte. Zeusis no opinaba lo mismo, al estimar que había hecho mal el retrato del muchacho, pues de haberlo hecho tan perfecto como las uvas, las moscas no se hubieran atrevido a acercarse a ellas.


Esta historia de las uvas se repite en el relato de la disputa entre Zeusis y su rival Parrasio, pintor de Efeso. Para resolver de una vez por todas la rivalidad entre ambos se decidió exhibir juntas una tabla de cada uno. La de Zeusis representaba al muchacho con las uvas, a las que acudieron unos pájaros a picotearlas. Esto pareció zanjar la cuestión, y Zeusis pidió a Parrasio que retirara la cortina que hasta entonces había cubierto su tabla. Parrasio mostró entonces que no había tal cortina, pues se trataba de una cortina pintada.

Si Zeusis había engañado a los pájaros, Parrasio había engañado a Zeusis.


(Libro: Chamorro, Eduardo : Trucos de artista.)

De Apeles, uno de los más queridos y apreciados pintores de la Edad Antigua (n. 352 a.C.), escogido por Alejandro Magno para retratarle, y rival de los citados pintores, se cuentan relatos semejantes al anterior.


De todos estos relatos podemos deducir la lógica predilección de la cultura occidental por valorar el arte en cuanto a su siginificado y a la maestría con que están retratados, copiados los objetos reales. En esta valoración es determinante la identificación -como comentaba al principio- que el espectador percibe entre lo que ve en la obra y lo que recuerda, o a lo que ésta le remite.

La relación que se establece entre el espectador (formado o no en el campo de las artes) y la obra, o mejor dicho, lo representado en ella, lo que percibe, lee, entiende, nos remite al texto de David Freedberg, "El poder de las imágenes" que próximamente estará colgado en el blog.

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